José Ortega Ortega

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En aquella época cada pueblo tenía un tonto oficial, que era como su nombre indica el tonto del pueblo. La aldea de Robaña tenía también su propio tonto. Se llamaba Pedro, era alto y espigado y por alguna razón desconocida se creía destinado a hacer historia. Había sido designado por los burgueses locales rey de carnaval, que es una especie de chascarrillo de las fiestas locales. La costumbre es nombrar un rey de mentiras cuyo mandato se prolonga sólo por 24 horas al objeto de que los ciudadanos puedan presentarle sus quejas y poder celebrar audiencias públicas y juicios de broma. Pedro, como tonto que era, resultaba el candidato ideal. La sorpresa fue que siendo narcisista y ambicioso aparte de tonto, al terminar su periodo de 24 horas se empeñó en perpetuarse en el cargo y no hubo forma de echarlo. Se convirtió en un reyezuelo tiránico con aires de grandeza que solía visitar al conde Portales y tratarse con lady Brújula. Este Pedro era tan narcisista que a menudo hacía cola desde altas horas de la madrugada para mirarse en los espejos mágicos y a solía  protagonizar altercados y dar empujones debido a su impaciencia. Esto duró hasta que se le ocurrió una idea para poner orden. Uno de sus amigos más fieles era un leñador grande como una torre, ancho como una vaca y con la mente aún  por estrenar. Este hombre, conocido por su afición a comer caldo grasiento, era conocido precisamente por el nombre de Kaldo Grasía Izaburre. Pues bien, a  Pedro se le ocurrió vallar el perímetro de un gran campo de espejos mágicos que antes había sido un campo de trigo, y poner a Kaldo de portero para cobrar entrada.

Si se lleva el razonamiento al extremo, y ya que la junta electoral provincial es un órgano administrativo que cumple funciones administrativas , podemos concluir que el escrutinio tiene en realidad la naturaleza jurídica de procedimiento administrativo, siendo por tanto de aplicación el artículo 4.1.b) de la Ley de procedimiento administrativo común de las Administraciones Públicas cuando reconoce el carácter de interesado a “los que, sin haber iniciado el procedimiento, tengan derechos que puedan resultar afectados por la decisión que en el mismo se adopte”, donde por “la decisión que en el mismo se adopte” podemos entender el resultado del escrutinio. Son todos los ciudadanos, sin excepción, quienes ostentan derechos que pueden resultar afectados por dicho resultado. Y se refiere el compareciente no a intereses difusos sino a derechos subjetivos recogidos en la Constitución, tales como el de propiedad o el de educar a los hijos de acuerdo con los propios principios morales y religiosos, que podrían quedar eventualmente suprimidos, diluidos o vaciados de contenido en función del resultado del escrutinio. Por la correlativa aplicación del artículo 53.1.a) in fine de la Ley de procedimiento administrativo común de las Administraciones Pública, cualquier ciudadano tendría derecho a obtener copia de las actas de las sesiones de escrutinio.

Ante la  epidemia de peste negra que estaba diezmando a la población,  el ingenioso y todopoderoso, además de filántropo conde  Portales había inventado un pretendido remedio. Se trataba de unas manzanas que cultivaba en el  siniestro, apartado y secreto huerto de su castillo, ayudado por su jardinero, un liberto con aires de grandeza llamado Antoñete Fauces.Manzanas nopestelas llamaba, y fueron adoptadas como remedio universal contra la peste por un eunuco que había escapado de un  harén de la misteriosa Palmira . El eunuco se llamaba Fedro. Era mitad negro y mitad moro y gracias al mucho dinero del conde Portales había progresado en la corte y el rey le había encargado la difícil tarea de cuidar de la sanidad pública.Fedro el eunuco, tal como era conocido, se volvió un entusiasta de lasmanzanas nopestede Lord Portales y las recomendaba a todo el mundo, asegurando que el que no las comiera moriría. No obstante lo cual, la bondad de las manzanas del conde era más que dudosa. Un grupo de escépticos comenzó a decir que las manzanas nopeste causaban la peste y todos los nobles al unísono se pusieron entonces a la tarea de aislar a esas voces críticas, tachándolos denegacionistase insistiendo hasta la saciedad en el mensaje de quelas manzanas nopeste salvan vidas.

¿Veis la forma en la que crece la hierba en el campo sin esforzarse? Así también crecí como abogado y de pronto me encontré con una modesta pero efectiva fama internacional que no hice nada por buscar. Simplemente sucedió. Nunca reclamé un micrófono, un altavoz o un titular de prensa, pero de un momento a otro me encontré con que mi trabajo llegó a aparecer hasta en el Whasington Post mientras equipos de TV de Alemania, Suiza, Bulgaria, Francia y Reino Unido acudían a mi despacho para entrevistarme. Una vez la periodista de la cadena francesa Thalassa me preguntó cuál era mi truco para detener de forma tan ostensible los derribos en Canarias cuando los demás abogados no podían. Le contesté que no creía que lo fuera a entender por ser un misterio encerrado en la ley española, pero tenía tanta curiosidad que insistió y entonces se lo dije. El truco en cuestión no era ningún misterio. Estaba a disposición de cualquier otro abogado. Delante de sus ojos, podría decirse. Pero ellos no lo veían y yo sí.

El reino está siendo asolado por la tiranía y sometido a un nuevo régimen político llamado la narcisocracia porque aunque esto resulte difícil de creer, los condes, duques y barones están destruyendo las tierras de cultivo y pastos de ganadería para plantar espejos con los que admirar sus figuras apolíneas  y sus ropajes caros. Habían descubierto algo prodigioso: Cuando se rompe un espejo, al enterrar  los fragmentos, crecían  grandes espejos tal como si se tratara de árboles. A los  malvados nobles les gustaba tanto mirarse  que al descubrir que los espejos se podían reproducir como plantas, sufrieron un ataque de entusiasmo y todo era sembrar y sembrar espejos. Los poderosos aguardaban con ansiedad a que los nuevos espejos alcanzaran la edad adulta para mirarse en ellos. De hecho, tan pronto como los espejos sembrados estaban maduros, se formaban tumultuosas colas de nobles, caballeros y hombres de armas ansiosos de mirarse en ellos.

Pero asistí. Después de todo, se trata de una cuestión de simple mentalidad, y me parece que la cosa es decir sí a la vida. Deepak Chopra lo sugiere así en su obraCómo crear abundanciaal proponer que nos dejemos llevar por lo que venga “con total abandono”. Ayer volví a recorrer, en consecuencia, el ya familiar trayecto hacia el sur. Y como lo de aparcar en Murcia es una esperanza vana, dejé el cacharro en el auditorio. Pensaba coger un taxi hasta el restaurante, que está en el malecón, pero al hacerme una idea mental del plano de la ciudad me di cuenta de que todo lo que tenía que hacer era seguir el río, y me acerqué paseando. Media hora me costó en trayecto, y sin ninguna pena porque estaba reviviendo mis días de estudiante. Al llegar vi que el establecimiento tenía su propio aparcamiento pero no por ello me consideré imbécil , ya que el paseo había sido bonito.

El contraste entre esas dos facetas de mi vida era tan nítido que, después de recibir en 2018 la sorprendente revelación de que yo supuestamente tenía un mensaje para la Humanidad, llegué a sospechar que todo lo que había intentado y no conseguido se debía a que los de arriba (me refiero a muy arriba) no querían que me distrajera de mi labor de ayudar a quien lo necesitara y de mi pretendido rol de mensajero. Así lo comenté con mi amiga vidente, Estrella, quien semanas antes y de forma clara me había dicho que yo había venido a este mundo para cargarme el sistema . Sobre mi sospecha, me contestó que estaba equivocado, puesto que si hubiera conseguido convertirme por ejemplo en escritor de renombre, mi influencia contra la tiranía habría llegado mucho más lejos.

En seguida se entenderá por qué no hay descripción de cómo era físicamente el sueño en cuestión. Baste decir que me cautivó. Yo entonces no había oído hablar aún de Amado Nervo y por tanto nada sabía de ese pensamiento suyo que afirma quenos es lícito esperarlo todo de la vida.La vida es como un rio lleno de posibilidades y le da lo mismo llenar un odre grande que un odre pequeño. Sin embargo sabía que la vida tiene sus rarezas y nos sorprende con sus imprevistos. Y claro está que no me dirigí a la muchacha. Simplemente ella estaba ahí, y ni siquiera sabía si le tocaba ir a mi clase. Quizá llegara un día en que me entregara un amor que no fuera de este mundo, o quizá no volviera a verla. La vida debía seguir su curso. A su ritmo.

Doy gracias a quien proceda, pero no por el éxito que he tenido en estos años o por el prestigio que conseguí, sino por permitirme la incomparable satisfacción de secar las lagrimas de los que lloraban. Por sí alguien aún no lo sabe, la felicidad, y yo la entiendo como elevación espiritual, no se consigue con los lujos, el dinero, el poder, la influencia o la posición social, sino ayudando y liberando al que sufre y levantando al caído. Sólo eso es lo que me movía. Mi combustible era la injusticia. Mi impulso, el sufrimiento humano. Por eso digo que no busqué nada. No quería alcanzar notoriedad a través de mi trabajo. Sólo ansiaba hacerlo bien. Y si crecí en la estima pública, crecí como la hierba, sin esfuerzo.

El Soto de Vulcanose llama el restaurante donde se celebraba la comida aniversario de la promoción de Geografía e Historia. No pensaba asistir porque el fin de semana anterior había conducido hasta Madrid y regreso para presentar una ponencia en jornada sobre un invento raro llamado “long COVID”. Para estar presente en la comida debía meterme otra buena dosis de carretera y no sabía si este cuerpo lo iba a resistir. Además estaba seguro de que no iba a conocer a casi nadie, porque a partir de tercer curso comencé a faltar a clase por sistema, dejando que mi siempre fiel amiga y compañera MCG me tomara los apuntes con esa letra suya tan clara y redonda, para meterme yo en el aula de primero de Derecho.

Características:

Acceso para sillas de ruedas Aseo adaptado para sillas de ruedas Aseos Se recomienda pedir cita